Violencia

Luego de una ardua jornada de labor, me dispongo a descansar en mi pocilga. A eso que llaman cama y que tantos placeres me ha traído. Se me cierran los ojos del cansancio. Sin embargo, tengo eta manía de ponerme a escribir antes de dormir. Parece que siempre uno anhela dejar un legado vaya a saber por qué.  Quizás por el aburrimiento de pasar por desapercibido por la vida. Quizás porque quiere uno que lo recuerden. Uno no puede ser amigo de todo el mundo. Quedar bien con todos. Quizás puede llegar a ser un poquito más diplomático para no arruinar una cena. O una fiesta de fin de año. Donde se juntan los parientes porque hay como una imposición social de hacerlo. También hay quienes la pasan solos. Y anhelarían estar con sus parientes. El ser humano parece insatisfecho permanentemente. Con lo que tiene y con lo que no.
Freud decía que el círculo de la satisfacción es un círculo sin cerrar. Es la representación del deseo. En realidad, lo dijo mucho mejor que yo. Que me la estoy dando de psicólogo en este momento. El sueño entra por la pupila con formato de ensayo corto. Tengo el presentimiento de que el año que viene va a ser mejor. Esperemos que la violencia merme. La violencia de todo tipo: económica, social, mediática. Aunque algunos pensemos que la violencia sea la partera de la historia. Hoy no repetiría esa frase al lado de un boliviano que perdió su familia en medio de tanto conflicto.
No queremos más violencia de ningún tipo. Las ventanas se van cerrando. El pulso va fallando. Los ojos se entrecierran. Ojalá así duerma la violencia, aunque sea por un tiempo. Grande. 

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