Y Moreno era un rebelde
“Tanta agua era menester para apagar tanto fuego”. Palabras
textuales de Cornelio Saavedra, presidente de la junta y enemigo ideológico
reacio a los grandes cambios. Corría el 4 de marzo de 1811 cuando en medio de
Alta Mar murió. Y con él se fue uno de los próceres realmente comprometidos con
la realidad social.
De contextura robusta, con marcas de viruela en el rostro y
dolores reumáticos que lo invadían dejándolo en cama. Mucho pelo negro. Mirada
asombrada, de ojos grandes apasionados y llenos de fuego. Genio combativo que
suscitaba un fruncimiento incipiente de labios.
Mariano Moreno era escritor. Periodista y doctor en leyes.
Su papá no estaba de acuerdo con ello. Se llamaba Manuel Moreno, labrador de
Santander y posterior ministro de la Real Hacienda del Virreinato del Río de La
Plata. La madre se llamaba Ana María Valle. Era criolla y reputada “limpia de
mala raza”. Así la estigmatizaban en las entidades educativas como la Academia
Carolina de Chuquisaca. Casualmente allí, Mariano Moreno se recibe de abogado.
Su hermano menor se llamaba Manuel como su padre. Era secretario de Mariano y
uno de los tripulantes del barco que los transportaba hacia el “exilio
disfrazado de misión diplomática”. Así llamaron Eduardo Luis Duhalde y Luis
Hipólito Alén al pedido que le hizo Cornelio Saavedra cuando se lo quiso sacar
de encima. Cuando muere Mariano, su
hermano dijo: “…vio venir su muerte con la serenidad de Sócrates…”.
Quisieron hacer pasar la muerte de Mariano Moreno por una
descompostura. Sin embargo, los escritos de Manuel dicen que fue envenenado con
arsénico vertido en un vaso de agua que había pedido. Al día siguiente de su
muerte, su amada María Guadalupe Cuenca, recibe un anuncio tétrico a la manera
de “no lo esperes nunca más Penélope”. Ese anuncio consistía en una cajita con
un abanico negro, un velo del mismo color, un par de guantes que hacían juego y
una nota: “pronto tendrás que usarlos”. María Guadalupe Cuenca fue secuestrada
de su casa por Mariano Moreno cuando tenía 14 años porque sus padres no la
dejaban casarse. Se casaron el 20 de mayo de 1804. Tuvieron un solo hijo:
Mariano.
Este mensaje fue el anuncio de la viudez. Pero no sólo eso.
También revela la metodología empleada para acallar al oponente de la mejor
manera medieval. Exterminar la disidencia a toda costa. Cercenar la innata
condición rebelde del ser humano en pos del brindis y los honores de la gesta
de mayo que Moreno quiso suprimir en pos de la igualdad, valor que le costó la
vida.
Por eso Mariano Moreno. Por eso su rebeldía y su
disconformidad con lo establecido. La búsqueda de una verdad enterrada tras una
fachada de alta alcurnia. Sin las medias tintas de quienes quieren contar la
historia de los ganadores. Con una pluma combativa. Tan combativa que escribía
en rojo. Dejaba su sangre en los escritos.
Hoy se duda de sus facultades mentales. Por ejemplo: se duda
de su autoría de La Representación de los Hacendados y Labradores de la Banda
Oriental y Occidental. “Conocía muy poco las ideas económicas de la época y
mucho menos las del librecambio, ya que sólo leyó las ideas de los
fisiócratas…”, maldecían de su genio. Y acá hay que discernir entre conocer y
no estar de acuerdo. Generalmente, las personas que no están de acuerdo con
algo son escamoteadas, vapuleadas, vituperadas. Para no pegarles un tiro en el
mate, los defensores de lo opuesto al cambio le endilgan la falta de
conocimiento. En este caso, el autor de
esta frase es Felipe Arana. En un
esfuerzo sobrehumano por enseñarles a sus alumnos Historia Económica y Social
Argentina. Ed. El Coloquio, Bs. As. 1969. En el prólogo aclara que el objetivo
del texto es de “lectura de repaso posterior a la lectura obligatoria para
quienes se introduzcan en la materia”. Honestidad intelectual. Sin perjuicio de
ello, este historiador quiere confirmar su tesis de la escasez de cultura que
poseía Moreno por medio de la mención de un autor como Paul Grousac, que
desvincula la Revolución de Mayo de toda influencia doctrinaria y empírica con
la Revolución Francesa en su Crítica Literaria, pág. 256, B.A., 1924) advirtiendo
que “ha escrito en La Biblioteca (Tomo I, pág. 137), demostrando
fehacientemente la poca cultura económica y política de Moreno”.
Una vez más, la historia contada por los ganadores. Los que
triunfan. Sobre el apasionado anhelo de querer luchar contra las injusticias
sociales de un régimen que se alimenta de las desgracias de un pueblo golpeado
y justificado en su rebeldía tan inseparable de la condición humana.
Con el perdón de aquellas subjetividades inexorables del
autor, en este intento de testimonio y el debido respeto que se merece todo
lector de estas humildes páginas, me veo en la entrañable necesidad de afirmar que don Mariano era un rebelde
apasionado por la justicia, evadiendo, no sin cierta sumisión, los objetivos
académicos del trabajo.
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