“La Patria es el otro”


Esta es la historia de unos típicos asesinos a sueldo contra los que no lo son. Un jefe conservador, próximo a salvar la “Patria”. Esa “patria” que denota un fascismo dormido en sus entrañas. Esta acompañado por una multitud que lo va a votar, a la espera de un sinfín de promesas que no va a cumplir. Pero ya tiene intacto el cassette de lo que va a decir cuando le reclamen por lo que prometió. Va a pedir “Perdón”. Capusotto se va a reír de él en uno de sus personajes que cómicamente llamó “Juan Domingo Perdón”. Su slogan de campaña será “no hace nada pero pide perdón”. Y la gente se come su discurso como una galletita con dulce de leche desayunando a la mañana. Si es que pueden comprar dulce de leche cuando entre en funciones su “salvador”.
La gente lo vota igual porque viene con aires de cambios. Porque no es soberbio. Y es simpáticamente de ojos claros. Y no porta un apellido español, de los comunes.
Aunque esta historia se va a abrir de la realidad y va a tomar un relato ficcional. Y un final no tan simpáticamente azul. Hay dos personas entre la multitud. Una pareja que oficia de. No son pareja en la realidad pero le pagaron para simulen serlo. Esa clase de seres humanos que ganan plata por matar a alguien. Son los llamados “sicarios”.
El tiro fue certero y directo al corazón. Cumplieron cabalmente su cometido. El candidato cae desplomado al suelo y detrás suyo las corridas eran peores que la bolsa de comercio al final de su mandato que nunca llegaría a ver. La caída del candidato deja una estela multitudinaria que se abalanza sobre la pareja asesina. Y, obviamente, toman la espada y la balanza de la justicia, empujando a la mujer de ojos vendados que nunca ve nada.
Sin tanto preámbulo constitucional, los linchan a palazos. Los asesinos a sueldo caen derrumbados tratando de huir de las garras de la sociedad furiosa. Era la única esperanza que tenían para que no vuelvan más.
Las paradojas de la vida son tan absurdas como morir en manos de gente furiosa, vilmente traicionada por dos infiltrados. La muerte, de vez en cuando, se sale con la suya. La prensa tituló: “un hecho repudiable de ambos bandos”, despertando la teoría de los dos demonios adormecida en la cabeza de un pueblo que esperaba un cambio. Y el muerto era el bueno. Los malos son los sicarios. El maniqueísmo forma parte de una sociedad asustada que pide más seguridad en las calles y una ministra que los incita a armarse y matar al otro que, según la presidenta anterior, era la “Patria”.

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