El Alquimista
Un Presidente que se puso la camiseta de la selección
Argentina y se quiere convertir en héroe. Y tengo la fiel y no tan íntima
convicción de que lo va a lograr. Con un equipo de jóvenes que lo circunda y
también ella. ¿Por qué no? Cristina. Una mina súper inteligente. Visceral como
la mayoría de las mujeres. De las Mujeres, las que admiro profundamente en su
lucha y cuya existencia le debemos la nuestra, sin miedo a pecar de pollerudo,
como me bien dicen algunos.
Pero quiero reparar en este pibe. Wado. Quique. O De Pedro.
Como más les guste llamarlo. O el Tarta, como se burlan algunos sin lograr su
cometido. Porque el pibe se ríe de sí mismo. Porque no es un defecto su tartamudez,
sino parte de una historia que no cualquiera se bancaría. El pibe se ríe de sí
mismo porque es inteligente. Porque su cuenta de tweeter se llama wadodecorrido
y los que se ríen de él no lo entienden. Es más, le tienen miedo porque él no
tiene miedo. Porque se abraza y se saca fotos con todos. Porque quiere unir a
una Argentina devastada, con una gran responsabilidad de muchos de los que ayer
lo fueron a saludar. Sin embargo el tipo nos necesita a todos. Porque pregona
un modelo inclusivo, como el que pregonó Néstor, Cristina, Evita, el censurado
Evo, el perseguido Lula, el exiliado Correa, y todos los presidentes de los
países latinoamericanos que le quieren dar una identidad a su país sin que el
gigante del Norte les diga por dónde va la vida, cuáles son los preceptos de la
buena democracia y lo que sale todo eso con forma de deuda externa.
Wado. Un pibe que salió de las inferiores. Como en el
fútbol. Que estudiaba psicología en la UBA y militaba en HIJOS. Y que un día me
sorprendió con una lección cuando me vio fumando a la salida del subte línea
“D”: “se fuma por placer y no por vicio”. Con esa calidez que siempre supo
tener. El mismo que me llevó a militar a NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas),
el centro de estudiantes de la Facultad de Derecho y me presentó a quienes hoy
están haciendo historia: Vanessa Siley, Mariano Recalde. Yo los vi discutir en
el Bar “Ato” donde acudía a estudiar cada vez que tenía un parcial cerca. Yo
los vi encarnizarse apasionadamente disertando acerca del rumbo del país.
Preocuparse con el enfrentamiento entre la gente del campo y los gremios en
aquella Plaza de Mayo violenta. Los vi con dolor por el país. Los veía
levantarse a las 6 de la mañana y acostarse rotos después de debatir qué modelo
le convenía al país. Vaya si merecen estar en el gobierno. ¿Qué otra gente
quiero que gobierne mi país? Un estado bobo que se regocija forreándonos porque
no llegamos a fin de mes o un estado presente que ni siquiera e permite
descansar con tal de solucionar nuestros problemas? Que son nuestros. No los
problemas de Trump. Los nuestros.
Wado. Un pibe que se mató para conseguirme un laburo para
poder bancarme los estudios en Capital. Ni bien se enteró de mi situación
enseguida obtuve una respuesta. ¿Cómo no lo voy a felicitar y abrazar en la
plaza de mi ciudad? ¿A eso se le llama cholulismo? Llamenlo como quieran pero
día a día intento ser agradecido con quienes con sólo escucharlos y sentirlos
cerca me hacen sentir mejor. Y tener una ínfima esperanza de volver a creer en
la política y seguirla de cerca participando en lo que pueda. Ahora sí a
continuación me considero un cholulo. Estar al lado de un alquimista no es poca
cosa. Quise congelar ese momento.
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