Acarreando nuestra humanidad


El libro tercero del cómic V For Vendetta se llama La Tierra de Haz lo que Quieras. Alude al ideal anarquista del autor Alan Moore, quien rememora por varias veces mi simpatía a semejante utopía. Tan genial como el capitalismo de Adam Smith y su Laisez Faire del libre mercado, hoy transformado en Mercado Libre.
Es el mismo capital que desplazó al hombre y se vuelve hoy utopía frente a las miras del horizonte que nos refleja un paisaje devastado y sublimado por la mano del hombre. Es él quien crea su propia máquina para suicidarse. Esa máquina que se llama “Capital”.  Termina reemplazándolo.
Pero no todo es sangre, sudor y cacerolas. También esta el hombre que se dio cuenta de semejante atrocidad y quiere construir un mundo mejor en el cual estamos todos incluidos. Incluso aquellos que nos excluyen.
Hablo de “NOS” porque aún me considero un hombre, por más que no lo parezca. Y hablo de hombre sin mencionar a la mujer. Porque ya esta incluida en el término “hombre”. Por más que salten las mujeres a la yugular de quien esto manifiesta en pos de su exaltada exclusión sufrida hace siglos. Y es entendible. Pero mejor que decir es hacer. Y mejor que el silencio es hablar. Y mejor que hablar es hablar acompañando con el hacer.
Yo puedo hablar con lenguaje inclusivo diciendo “les”. No me molesta en absoluto ni lo ve como una deformación del lenguaje. Ni me rasgo las vestiduras de la Real Academia Española porque alguien lo hace o lo dice o lo escribe. Ahora bien, de ahí a que se imponga una forma de hablar, de decir, de escribir de otra forma es ridículo. Tan ridículo como cualquier forma de imposición sobre cualquier ser humano sobre la faz de la tierra.
Muchas mujeres terminan generando lo que quieren evitar. Terminan siendo más machirulas que un machista, queriendo imponer sus ovarios a toda costa. Pero considero que es autodiscriminarse siendo tan importante su ser como el del hombre. Es muy entendible que tras siglos de opresión salgan a quererse comer crudo al hombre que las oprimió durante tantos años. Lo mismo sucedió con los negros, con los judíos, con los peronistas. Y es entendible y admirable la lucha que llega a cabo todo ser humano que fue oprimido por alguna causa. Pero hay que tener cuidado con generar lo que se quiere evitar.
Creo que es parte de las antítesis padecidas durante años y a lo largo de la historia por las luchas sociales que se vienen gestando en el seno de un pueblo: negros contra blancos, mujeres contra hombres, viejos contra jóvenes, indios contra conquistadores, lámparas contra oscuridades, manteles contra mesas, audífonos contra orejas. Estos últimos ejemplos absurdos delatan las ridiculeces de los enfrentamientos entre los hombres cuando todos, o todes, como quieran llamar al inmensa masa de seres humanos, tiramos del mismo carro, acarreando nuestra humanidad.  


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