La superación en las urnas
Buceándome, encuentro una zarta
de estupideces que me hacen pensar que no soy el único que tiene problemas en
este mundo. Que hay gente que realmente la pasa peor. Hambre, por ejemplo, sin
caer en el cliché de que siempre hubo pobres, una frase rotundamente nefasta
que acompaña a la derecha neoliberal recalcitrante y a la que la izquierda se
aferra para escandalizarse y decir que la derecha es desalmada y sin corazón,
cuando la izquierda se aferra a eso para llegar al poder, pensando solamente en
términos marxistas y económicos, lo cual me parece bien, pero no cuando,
hipócritamente, no se blanquea dicho pensamiento.
Se puede pensar. Sí. Realmente
hace falta, pero no quedarse en el pensamiento abstracto radical y los buenos
asados, ni en las pragmáticas peronistas a tontas y a locas, sin haber antes
estipulado un buen plan de acción, que no digo que no lo tengan, pero
diametralmente visible para apañar y calmar a una clase trabajadora que hoy
perdió las esperanzas con un gobierno totalmente hostil, históricamente
neoliberal ultracapitalista, en el cual el trabajador no existe. O si existe,
es un mero esclavo del sistema que promueve la explotación. Todo esto, apoyado
por una izquierda que se da la mano con la derecha.
Hay una historia en este país.
Pero parece ser olvidada por la misma clase trabajadora, ocupada en laburar,
los que tiene trabajo y en distraerse los pocos minutos que le queda en tiempo
libre, mirando los culos de Tinelli. No es una crítica peyorativa a la clase
laburante, de la cual no pretendo renegar. Sí cuando se trata del pisoteo al
que se ve sometida a diario, mientras se duerme frente a una pantalla que
acapara miradas y quita conciencias de clase, justamente, en pos de un statu
quo dominante y vigente y no tenga la más mínima fuerza para transformar estas
cuestiones que tanto le hacen daño. A lo mejor me tengo que acostumbrar a mirar
a gente que va dormida por la vida, sueño en el que estoy incluido, dopados de
mensajes de ultrainformación nefasta o no. O de “buenas noticias”. De “modelos
a imitar” en el afán de repetir el cantito de “sí, se puede”, vomitivo. Que
apela a una supuesta voluntad meritocrática del ser humano, “olvidando” con
mucho dolo y cínicamente, totalmente diagramado en los papeles de organismos
internacionales de crédito, del cual estamos abruptamente sometidos, como
antaño, la falta de recursos económicos del sector más vulnerable de la
sociedad (“los negros”, según la jerga globolófila amarilla) y la clase media,
cada vez más chica, atada a los designios de la televisión y repitiendo su
discurso como si fuese una verdad revelada por el decálogo de Moisés.
Quizás lo tengamos en cuenta a la
hora de emitir un voto el próximo 27 de octubre. Ya estamos a un poco más de un
mes. Es una fecha crucial para el destino de la tan ciclotímica Argentina. Han
pasado golpes de estado y vueltas a la democracia innumerables veces; han
pasado gobiernos de derecha y gobiernos más tirados a la centroizquierda o
progresistas, como mierda quieran llamarle. El asunto no es aquí la bandera
política. La izquierda o la derecha, el centro o el adentro. La cuestión
esencial queda adentro de cada uno a la hora de votar. Que es lo que se va a
valorar a conciencia, para no repetir errores del pasado. Para superarnos como
sociedad. Para incluso sorprendernos de lo que somos como seres humanos, de
quien si no creyera en el potencial que tiene, no estaría escribiendo estas
palabras, perdiendo el tiempo, un tiempo valioso en el cual podría estar
despertando a mis hijas y disfrutándolas.
No perdamos nuestro tiempo ni
nuestros recursos económicos. Cada uno sabe, a conciencia, qué es lo que va a
hacer este 27 de octubre. No perdamos el tiempo, ni el dinero ni nuestra
capacidad de asombro ante el potencial que puede detentar el ser humano, al que
en conjunto puede hacer maravillas y que por eso todos los días el sistema se
las arregla para que se peleen los unos con los otros y se maten entre sí.
Queda en nosotros hacer consciente esto y pensar que todos los seres humanos
nos necesitamos. Los unos a los otros, más allá de las diferencias políticas.
Confío en que hoy no perdí el tiempo. Pensemos que la conquista de la
democracia no fue en vano, más allá de que sea el sostén político del
capitalismo. Es hoy lo que tenemos aquí. Ojalá seamos tan superados que no
necesitemos de ningún sistema político para sostener uno económico que se
alimenta de la exclusión social.
Comentarios