El Tiro por la Culata


Luego de un largo tiempo de haber visto la película “La Naranja Mecánica”, dirigida por Stanley Kubrick, el director de cine yanqui que también dirigió Inteligencia Artificial y Ojos Bien Cerrados, donde se la veía a Nicole Kidman en terlipes, junto a su marido en ese momento que era Tom Cruise, me topé con el autor del libro: Anthony Burgess, un británico nacido en Manchester que fue miembro del ejército a quien se le ocurrió semejante obra maestra a raíz de un episodio real después de la Segunda Guerra Mundial o durante, no recuerdo bien. El caso es el siguiente: Burguess iba caminando por la calle con su pareja embarazada y son interceptados por cuatro marines norteamericanos desertores del ejército durante uno de los llamados “oscurecimiento” de esa época. Dicho suceso consistía en dejar a oscuras las calles de la ciudad de Londres. Estos cuatro sujetos golpearon, robaron y violaron a su mujer, provocándole el aborto.
Sin perjuicio de ello, Burguess, nacido en Manchester en 1917, compositor de música y autor de otras novelas también, como: Inside Mr. Enderby o Trémula Intención, en La Naranja Mecánica, particularmente cuenta la vida de Alex y sus tres drugos-amigos en un dialecto donde mezcla terminología Nadsat (adolescente) con una mixtura de idiomas, particularmente el ruso. Esos cuatro amigos serían la analogía de los marines norteamericanos.
La cuestión es que me parece a mí que Burguess intenta comprender el comportamiento aberrante que han tenido estos seres con su mujer y lo focaliza en los sistemas políticos de represión de la juventud, que despiertan las peores miserias del hombre.
Hay una anécdota en la cual Burguess se enoja fuertemente con Kubrick porque le quitó el último capítulo a la película. Se trata del capítulo 21 al que todavía no llegué y que por eso continúo con la lectura obligada hasta el final, saboreando cada detalle de la historia tremendamente contada por quien fue víctima de semejante atraco de manos de los marines norteamericanos. Hoy en día el sistema de represión sigue siendo el mismo de la mano de Donald Trump en el Medio Oriente, donde todos los días se vive un nuevo bombardeo por las fuerzas militares yanquis y la consiguiente aberración a las víctimas: violaciones, torturas y vejaciones de todo tipo al pueblo iraní.
Trump es el mismo que se peina platinadamente hacia un costado, con una cara totalmente cínica y es el mismo que le quitó el saludo a Macri, que se pensaba que para Trump el hombre felino era importante. Pero a Trump no le importa nada. Sí le importa sus negocios fronteras adentro, no como al presidente argentino que tanto admira a Trump. Cuando EEUU y el mundo se hace proteccionista de su mercado interno, Mauri sale bailoteando hacia el mundo pidiendo plata de manera jolgoria, piropeando a una mujer parecida a Sergio Denis, Christine Lagarde y solicitando una lluvia de inversiones que hoy se le transformó en la peor tormenta de la historia.
De los sistemas represivos del gobierno de Macri, no es necesario que aclare nada. Porque él mismo se oscurece con sus ¿discursos? Y no me estoy riendo de la forma de hablar que tiene. El seguramente se ha reído de Wado De Pedro. Pero no voy a caer en lo mismo. Puede no saber hablar. Igual prefiero que haga y no que hable tanto. Más allá que en una democracia, está la obligación de darle publicidad a los actos de gobierno. Lo hace Michetti, a su manera, muy particular para comparar una cosa con otra que no tiene nada que ver, o para ignorar un reglamento que debería conocer como es el del Congreso de la Nación, nada menos. Y no disimularlo aunque sea. Ni hablar de la Heidi con cara de cordero degollado que mal actúa que le duele no se qué y que afirma que la universidad es para los ricos nada más. Y que llegar a fin de mes es una cuestión del próximo semestre que se hace eterno y que cada vez es mejor alumna de la escuela de actuación de Estebanez. Pobre pibe, qué tendrá que ver ¿no?
Bueno, el panorama eleccionario se acerca. Estamos a poco de cambiar un rumbo de país que creo equivocado. Que se endeudó hasta donde más pudo. Y que le ganó al historial de deudas externas de la historia del país. Y que se autodefaulteó. Es insólito. Nunca pasó. Es peor que en tiempos de De La Duda y del Menemato, ambos neoliberales también. Como Macri. Pensar a la hora de votar. No comerte ninguna voz. Pero pensar. Apagar la tele y pensar. Reflexionar qué país queremos. Alguien se pudo haber equivocado en lo que votó. Y está bien. En eso se basa la democracia. Pero tengamos autocrítica y pensemos que era un final anunciado. Con orgullo puedo decir que no los voté. Sí vote a la Alianza y me fallaron. Con orgullo puedo decir que esta vez no caí. Tengamos autocrítica el 27 de octubre. Y veamos cuál es la mejor salida a este embrollo.
No sé cómo termina La Naranja Mecánica porque me Kubrick me extirpó el último capítulo de la película. Vaya a saber con qué intereses. No sé cómo van a salir las próximas elecciones. Pero de algo estoy seguro haciendo una analogía con la novela de Burguess: los sistemas represivos jamás sirvieron al hombre. Ni a la izquierda ni a la derecha. Y tanto el neoliberalismo como el comunismo forjaron al hombre a vivir reprimidos. Dicen que el populismo es la futura expresión de la política internacional. Queda en nosotros dejar de ser hijos del rigor para convertirnos en verdaderos hombres responsables de su país sin látigos de por medio, para hacerse cargo o para dejar de hacerlo.

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