Cierre de Ciclo
Se va cerrando un ciclo en la vida de este eskritor en el
que he intentado, innumerables veces, ser lo más sincero posible, hasta el
punto del ridículo. Ya lo van a ver plasmado en papel y pinta, bajo el formato
de libro. Si hay algo que no tiene que perder el escritor es la sinceridad de
las entrañas. Lo que sale de su más profundo ser hacia el exterior, sus penas,
sus alegrías, sus tristezas, sus angustias, sus incomodidades que incomodan a
los demás, sus vacilaciones que hace dudar al resto. Porque si no estamos para
molestar, para qué estamos? Para decir que está todo bien bajo el statu quo
dominante? La facilidad del que expresa y no molesta. El conformismo cuasi
idiota de quien está relajado y todo le resbala. Pero de niño me han enseñado a
que la realidad no me resbale y me afecte. Quizás en demasía. Cada uno no elige
cómo le tiene que afectar el dolor ajeno. Simplemente lo sentís como una cachetada
en la propia mejilla, cuando en realidad nunca te pegaron, sino que le pegaron
a un hermano, que tranquilamente podrías ser vos.
Aun no entiendo cómo hay gente que se desgarra la vestiduras
cuando se le da beneficios a gente que la está pasando realmente mal. Como si
esos beneficios se los quitaran de la boca a ellos. Que la estan pasando
excelentemente mejor que al portador de ese beneficio inmediato, instantáneo,
fugaz. No puedo creer que esa gente represente a la humanidad. Tenga un cargo,
decida sobre la vida de otros a quienes no está en condiciones de juzgar.
Se cierra un ciclo de hace casi 10 años. De sentarme a
escribir lo que siento, lo que pienso, sin tapujos, sin condicionamientos,
jugándomela, sin pensar lo que digo, algunas veces, diciendo lo que pienso,
siempre. Lo cual me valió algún que otro enemigo, pero tranquilo de no haber
falseado mis convicciones, ni pensamientos, ni sentimientos. Siempre he tratado
de obedecer al espíritu del momento, lo que me dictaba la conciencia, y aun la
inconciencia.
Se cierra un ciclo de sentarme a escribir. De hacer la
catarsis pertinente del día. Muy rutinario sí. Porque considero que todos los
días tenemos algo que decir. Lo que sea. hemos sufrido tantos años de silencio,
bajo la mordaza amenazadora de la muerte, transformada en gobierno, durante los
años oscuros, de silencio, que hoy es un milagro agarrar una pc y esbozar un
pensamiento, aún bajo el miedo de ser condenado, como le ha pasado a una gran
cantidad de artistas, por mas que lo que hayan dicho sea una pelotudez, o un
absurdo, o una incitación a algo. Son dichos, n hechos.
Sin embargo, hoy, hay que tener mucho cuidado con lo que se
dice. El ser humano ha llegado a tanto quebrantamiento entre sí. Tantas cosas
que nos separan el uno del otro, que ante la más mínima expresión de lo que
sea, se lo condena. Porque ese “otro” se sintió tocado luego de tanta opresión
sufrida y comprensible de que así sea. Pero no hay mejor cosa que poner un
autofiltro a modo de autocrítica con lo que se va a decir y decirlo de la mejor
manera posible. La cuestión no es herir a nadie.
Si hay algo que deberíamos hacer los que usamos el lenguaje
para comunicarnos es construir puentes a través de él, no destruir y segregar. Eso
ya lo vemos a menudo y de lo posible se sabe demasiado, dijo el gran poeta
cubano.
Por eso, se cierra un ciclo de 10 años de decir. Bajo el
lema de “la voz de los callados” y el “dialecto del espíritu”, creo que he sido
fiel a mí mismo, al volcar lo que pensaba, sin herir a nadie. Cuando lo he
hecho, he pedido las pertinentes disculpas porque no es la intención de este
blog, aunque su génesis, nada tiene que ver con esta redención, ya que poco le
importaba lastimar a alguien con tal de que quede plasmado lo que decía en el
momento de bronca.
Hoy estoy diez años más viejo. Lo que no significa que ya
aprendí lo suficiente. Todavía ansío con los brazos abiertos las nuevas
enseñanzas que la vida me tenga para dar. Esos 10 años de escritura catártica,
por así llamarla, se plasmará en un nuevo libro. El sueño quedará hecho
realidad con dos tapas duras, su pertinente solapa de una pequeña experiencia y
su primera obra de ensayos que espera no defraudar, o sí, para entrar en
contacto con este humilde expositor de sus locas ideas, utópicas, porque de lo
posible, se sabe demasiado.
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