El sucio negocio de la mujeres hermosas
Modelar. Sexo, drogas, ¿rock ´n roll? Milán. Una historia ya
conocida que los argentinos no miramos con ojos extraños. Un agencia conocida.
Un negocio sucio que empaña la belleza de la mujer.
El título surge de un libro del periodista norteamericano
Michael Gross. En él se cuenta detalladamente la identidad de Gerald Marie, un
hombre que fue delatado por John Casablancas, dueño de Elite, una agencia de
modelos, e inventor del Concurso Model Of The Year.
La deuda circunda en la ignorancia del delator acerca del
mundo de las bellas y famosas: fiestas en las que menores de edad deambulan con
tragos en la mano y hombres de edad avanzada absorben cocaína floreciendo
represiones a fin de obtener la complacencia de los amigos del establishment,
aún contra la voluntad de las niñas. Cámaras ocultas se encargan de revelar lo
sucedido.
Es una historia archiconocida en el mundo de las modelos sin
hacer discriminación entre razas, credos, sexos, geografía.
En Argentina, la modelo Raquel Mancini pone en jaque mate la
reputación de uno de los dueños de la agencia de modelos más grande del país,
las Dotto Models.
“Es una cuestión de
personalidad. Yo creo que aunque tuviera 14 años, si alguien viene y me dice
que tengo que irme con un tipo cualquiera, yo no voy. Nadie hace nada porque te
obliguen, todo el mundo tiene que tener en claro lo que quiere y cómo lo
quiere”, dijo la modelo Catalina Rautemberg en Buenos Aires. Ella comenzó su
carrera viviendo en una casa de Pancho Dotto. Esa casa era alquilada a las
chicas que se traía desde el interior. “Dotto las tenía cortitas”, afirma
Rautemberg, en referencia al acoso que estas chicas sufrían de algunos señores.
Un codiciado fotógrafo de moda confirmaba el dejo paternal
con el que Dotto trataba a sus chicas. Un productor y una diseñadora admitían que aveces las
Dotto lolitas trabajaban gratis, contradictoriamente hablando. Una semana de
desfiles de alta costura, campañas y producciones de moda les valió a varias de
ellas apenas unas migajas de dinero.
La idea globalizada de que en el submundo de las modelos
existe la falopa y la prostitución no es nada nuevo. El tema está en romper
entre la sinonimia de modelar y ser modelada a la manera de la mugre que maneja
el negocio sucio, de aquellos que manchan y empañan la hermosura de estas
bellezas. Es el modelo de interés de unos inescrupulosos que encienden la mecha
de la corruptela y fealdad que se esconde detrás de cada ser humano con
facciones lindas arriba de una pasarela, exhibiendo su humanidad bajo la mirada
atenta del mejor postor y el asentimiento asqueroso de intermediario que oficia
de entregador.
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