TRAICIÓN
Las cosas se hacen cada vez más sórdidas cuando se pone a pensar o se le cruza por la mente una traición en puerta. Siente mucha paranoia. En cualquier ámbito de la vida. La traición es una cosa que en principio no se ve. Se ve en la excepción. ¿O será al revés? Principios y excepciones se confunden en una cosa y se hace imposible establecer cuál es uno y cuál el otro. La excepción se hace carne con el desengaño, puñal del cual es difícil salir ileso.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando creyó que todo estaba perdido y alguien encendió la mecha de la vida. Ahí resurgió de sus propias cenizas en un elixir que se llama vida o revida para empezar de vuelta. Volver a empezar, le cantó Lerner hasta que un día el pájaro que alzó vuelo nuevamente se estrella contra una ventana recién cerrada y otra vez no hay quien lo levante. Es la vida o la revida o la reconcha de la lora. No encontró respuesta. Fue el momento en que entró en amor odio por las aves, que representaban su vuelo o choque contra las paredes queriendo penetrar la materia, que es impenetrable.
Peor aún fue la sospecha de traición. Esta no pudo ser desasnada con nada. Entró en un sinfín de comienzos y se perdió en los confines de los fines que nada tuvo que ver con lo empezado a hablar. Sí, es muy confuso. Como la cabeza de quien sospecha de traición.
Confusión, mar de dudas, océanos de tristezas, melancolías que hielan la sangre y paro cardíaco. La misma sospecha en el mismo lugar de la misma persona y todos son culpables de un mismo crimen, con testigos falsos, verdaderos y no tantos. En un sinfín de confines y convites a almorzar duro un suicidio oscuro a falta de sentido en las preguntas y respuestas nulas.
No dijo nada. Dijo, pero no entendí nada. Porque hablaba en clave como los códigos de la mafia. Porque se comunica más a través de la informática que a través de la charla cotidiana y el mate.
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