Charlas con la Biblia
Que ganas de joder con contestarle a la Biblia. Que escándalo para los creyentes. Pero no puedo dejar de hablar con ella. Es un libro sagrado del cual le tengo tanto respeto que no la quiero dejar con la palabra en la boca. Por eso digo en varios de sus pasajes: Es cierto la parte en la cual el juzgamiento de una persona será determinante para juzgar a quien juzga. No por eso hay que omitir juzgar sino se juzga con la misma vara a todo el mundo. La vara se trata de la condición humana.
Un pasaje que se llama “el resumen de la ley” habla acerca
de un mensaje de solidaridad que dista mucho de la práctica: “todo lo que
deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos”.
Jesucristo era un personaje de la historia antigua que creó otra
visión del mundo. Fue revolucionario su mensaje de amor. Lo llamaban El Mesías
y así lo consideraban. “Salvador enviado por Dios y anunciado por los profetas
para liberar al pueblo de Israel del orden establecido”, dicen de la definición
de Mesías.
Salvador. Tenía toda la carga de salvar. Honrar a su padre y
a su madre, precepto para no contradecir una tradición que ha querido ser
impuesta a la fuerza.
Los mayas, una de las tantas comunidades aborígenes, tenían
un calendario perfecto; en él se anunciaba la llegada de 9 guerreros a la
Tierra. Uno de esos guerreros era el guerrero del amor: Jesús.
Los militares católicos que usurparon el poder en la
Argentina en marzo de 1976 se tomaron muy en serio un pasaje de la Biblia
(NuevoTestamento), que arengaba a atar con una piedra al cuello y hundir en el
fondo del mar a quienes contradigan a los discípulos de Jesús que intentan
tener una “infancia espiritual”: tener espíritu de sencillez y simplicidad y
alma de pobre. Cuánto peligro irradiaba de las sagradas escrituras para quienes
tomaban los mensajes al pie de letra y, a raíz de ello, eran capaces de matar
con tal de que se cumplan dichos preceptos. Cuanta parábola perversa que
contienen algunos de sus pasajes si nos detenemos un segundo a pensar qué
fueron de sus aplicaciones a lo largo de la sangrienta historia en nombre de
dios. De un dios de una determinada religión.
En otro de sus pasajes, invita a cortarse las partes del
cuerpo que nos invitan a pecar o que, literalmente, “son ocasión de pecado”.
Otra parte de la historia no oficial nos invita a
reflexionar sobre el color de la piel de Jesús. Obviamente que esto no conlleva
relevancia alguna para quienes los seres humanos son todos iguales ante los
ojos de dios. Pero en este caso, hay una parte de la historia que muestra a un
Jesús moro, con rasgos de medio oriente o árabes. Sin embargo, en algunas
pinturas y esculturas l han querido mostrar de aspecto angelicalmente rubión y
de ojos celestes, cual si el mentor de las imágenes e iconografías canónicas
fuera soldado de Hitler. Lo quieren hacer pasar como hombre de una presunta
“raza superior” o ario y aparentemente era moro. Pero bueno, ironías de la
historia.
Lo más parecido a un nazi que tenía Cristo era su
aborrecimiento por los comerciantes o mercaderes del templo. Hay una anécdota
donde a Jesús se lo muestra ofuscado. Una de las pocas veces en que se ve la
imagen de un Cristo ofendido. Porque la figura que se muestra es de un tipo
paciente, que da un mensaje de paz, comprensivo. En este caso no. Fue cuando
derribó violentamente las mesas de los cambistas y vendedores de palomas que
permanecían apostados en el templo, un símbolo de lo escandaloso que resultaba
lucrar en la puerta de un templo.
Si hoy viviera que haría con quienes lucran con sus imágenes
en las santerías que yacen en la puerta de las iglesias.
“A nadie en el mundo llamen Padre, porque no tienen sino
uno: el padre celestial”, dijo alguno de sus discípulos que dijo Jesús. Los más
creyentes ven a un sacerdote y le dicen “padre”, como si fuese la fiel
representación de Jesús en la tierra.
Espero que no sea ofensivo para quienes profesan y tienen la
virtud de tener fe en esta religión que manipula con la culpa. No es falta de
respeto. Son preguntas que uno se va haciendo cuando contrasta la teoría con la
realidad de las cosas. Cuando lo real tiene un dinamismo tan gigante que la
teoría acerca de ella que elaboramos hoy, ya es vieja y vetusta mañana.
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