La enseñanza del verdulero


Cuantas deudas tenemos con nuestra tierra. Cuanto saqueo, guerra, violencia. Cuanta falta de conciencia en torno a la utilización que la Pacha Mama nos brinda como si fuera una madre que nos da la teta y que después de crecidos, cometemos una matanza sistemática contra ella. Torturándola, contaminando sus entrañas, sacudiéndola con violencia inusitada. Todo para conseguir lo que nosotros queríamos. Tener , tener , tener, acumular.

Los cambios climáticos este último verano son preocupantes, realmente. Un verano que nace y no se sabe cuando muere. Los días de calor vienen con delay, con un retraso inesperado y se van cada vez más tarde. Gestionando en ese interín altísimas temperaturas que ni los propios aires acondicionados no alcanzan a paliar. Semanas de alertas naranjas y rojas en la televisión. Aunque para la televisión todo sea alerta. Es el cuento del pastorcito mentiroso. Mentía que venían los lobos y cuando dijo la verdad no le creyeron y le costó la vida. La tele nunca se sabe cuando miente. Para un descreído como yo miente siempre. Para un tipo que se come todas las voces, es la biblia y, desde allí opina y vota, después. Quejándose de los negros de la villa que votan. Y que no tendrían que tener derecho para hacerlo, tal como los presos. Ellos se piensan que votan a conciencia. Quienes piden voto  calificado son los menos indicados para votar porque se quedaron en la edad media. Pero eso es otro tema.

Volviendo a los tremendos cambios climáticos. A ello se le suma la falta de agua y de luz. Un verano sin luz ni agua es lo que más se asemeja a vivir al lado de un volcán sin un charco de agua cerca y sin electricidad para que el ventilador te tire aire caliente aunque sea. Ya no hablamos de aire acondicionado en las villas. Imagínense el hacinamiento de esa gente en medio de ese calvario.

Bien. ¿Qué ha hecho el hombre para que vivamos esta seudoagonía popular? “El hombre” es muy abarcativo. Su cultura son varias. La cultura que se encargo de esto miró para el otro lado mientras se llenaba los bolsillos. La cultura no. Una de las tantas culturas que ostenta el vasto ser humano. La cultura de la acumulación por la acumulación misma. De la competencia a rajatabla, al costo de vidas. Sin embargo, hay otras culturas que valoran a la Pacha Mama.

Las constituciones de Bolivia y Ecuador se han hecho eco de este gran problema que es el medio ambiente y han involucrado a la Pacha Mama (Madre Tierra) como continente de los demás derechos, cosmovisión emergente que valora la vida y que es la respuesta de las comunidades aborígenes de Latinoamérica mostrando un paradigma de “buen vivir”. Zaffaroni así lo expone en La Pachamama y El Humano, una de sus últimas obras.

La cuestión es esa. Que haya una respuesta, aunque sea incipiente. Esto no se trata de pensamientos y reivindicaciones de tal o cual partido político o forma de vida primitiva. Se trata de un asunto que concierne a toda la humanidad y que cada vez preocupa más. La falta de recursos escasos. Que el planeta está desperdiciando en suntuosidades. Pero el planeta no se maneja solo. Lo manejan quienes tienen el poder para hacerlo. El tema es apelar a la conciencia de ellos y decirles que tarde o temprano, por más que se metan a vivir en una burbuja, la luz del sol es tan intensa que una burbuja es una hoja de calcar para sus iluminados.

 

Comentarios

Anónimo dijo…
comparto en Face...ojalá sirva para tomar conciencia....Ma

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