Las Palabras contra Los Hechos



Las palabras nos conducen a un sitio inexplicable. El que no decimos. El que queda en silencio. Lo que no se dijo y quedó adentro nuestro.
Son un vehículo en el cual viaja también lo que no se manifiesta. Lo que queda en nuestra intuión. Construir lo que huele mal. Lo incómodo. Lo que no tiene verbo.
Cada ruido engendra un silencio que escuchamos y que queda en nosotros descifrar. Lo que queda latente. Lo que sin prejuicio alguno se manifiesta tarde o temprano en algo inexplicable para la recta razón humana y las “buenas costumbres”, que inútilmente y en vano intenta darle un juicio a todo aquello que atraviesan los sentidos.
Lo que no se dijo queda en el escucha y en el inconsciente del que emite ese mensaje textual que busca un paratexto y un “no te lo digo porque te lo estoy diciendo de esta manera”.
Se ve inmerso en una nebulosa aquel que intenta descifrar textualmente un mensaje despojándose de toda intención, de todo miedo, de toda angustia, de toda decepción de la persona que lo emite.
Las cosas son y no son al mismo tiempo, a contrario sensu de las cosas son o no son del Hamlet acongojado con una calavera que chillaba “ser o no ser…esa es la cuestión”. Simplemente, así de complejo es el asunto y uno tiende a querer simplificar lo complejo de la vida, no haciendo más que quedarse tranquilo con ese resultado reduccionista.
La cuestión es mucho más compleja de lo que nuestro infinito cerebro se anima a pensar, cuando lo hace. Va mucho más allá de la búsqueda de la perfección griega, que es aquello a lo que se aspira inútilmente.
Es mucho más complejo que la tan trillada búsqueda de la felicidad encontrándose como una fórmula mágica en un libro de autoayuda. Lo que queda, lo que no se ve en la palabra, lo que no se escucha en la voz de los callados y los que hablan hasta por los codos, sin decir nada, es el inicio de la tranquilidad espiritual, luego de la tormenta que significó haberlo revelado luego de haberse quitado la máscara (término que significa “persona”) en la que se ocultaba aquello que no quisimos revelar nunca.

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