Los tipos del auto

Traté de pensar que el tipo me inspiraba confianza. En ese momento, pensé que tenemos l cabeza podrida de pensamientos nefastos. Quería pensar que todavía había gente honesta y solidaria. Pero desconfiaba de todo. Hasta pensé que me la habían pinchado en la GNC la manguera. Y que estaban todos entongados. Tenía tal persecuta que era flanco fácil de cualquier artimaña o reacción del interlocutor que me abordaba para decirme un hola ¿que tal?, simplemente. Pensaba que en cualquier momento me sacaban el chumbo y me decían “dame todo”.
Y la verdad es que todavía hay gente solidaria. El tipo, para aflojarme, me empezó a contar un chiste. Nada menos que un chiste acerca de los porteños. Porque esa es otra. Por más que no vivas en Buenos Aires, vivis en la provincia de Buenos Aires y para el interior sos porteño. El personaje principal del chiste era nada más ni menos que Judas, el supuesto traicionero. “Uno de ustedes me va a traicionar”, dijo. Yo no lo escuche al chiste. Me lo contaba tan despacito y pausado que su paciencia contrastaba con mi desesperación. Pensaba sugestivamente que me lo contaba para traicionarme. Pensaba que iba a agarrar la escopeta que miraba desde la pared, que me iba a apuntar y que me iba a decir que me vaya y que le dejara todo. o que me iba a cobrar muchísima plata a propósito para que no le pueda pagar y poder cobrarse con mi mujer. Esas fueron algunas de las cosas que se me pasaron por la cabeza. Por mi podrida cabeza.
Cuando levanto la vista, después de haberme reido si entender el chiste y de haber pensado todas estas escenas de películas que hablan de gente que se queda con el auto en la carretera y le pasan miles de cosas horribles, veo que el tipo estaba como dando muchas vueltas. Con una increíble, inimitable y envidiada pachorra. Tranquilo como agua de tanque dice el dicho.
-¿Me esperan que voy a ver si esta mi viejo? Quiero ver si encuentro una manguera más parecida a la original.
Nosotros nos miramos y decimos:
-Y…si.-y pensé: “¿dónde nos vamos a ir?
Ahí le dije inmediatamente a Ye todo lo que pensaba. Me dijo: “ No. Quédate tranquilo. El tipo me inspira confianza.” Entonces aflojé un poco con la persecuta.
En ese momento frena un auto con unos tipos adentro que miraban hacia donde estabámos nosotros. Y ahí me cagué otra vez. Y a la vez tomé coraje y encaré con todo hacia donde estaban los tipos. Saliendo de la casa. Puse muchísima cara de malo. Parecía un forajido al que lo habían molestado sólo por forajido. Como si sirviera la cara que pongas.
Les pregunto manteniendo los músculos faciales intactos:
-¿No sabé qué calle es esta?
-No, ni idea.-me dice el acompañante.
-Pará que le pregunto al de al lado.- le digo como diciendo “no sabes nada, querido”
Le pregunto al tipo que vivía al lado del presunto taller en el que estábamos. Me dice:
-¿A dónde querés ir?
-No. –sonrío de la situación nerviosa y le explico el problema que tuve mientras los tipos del auto me seguían observando.
Continuará…




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Viaje al Parador de la Montaña

Mente en blanco en el cuarto oscuro

Locati, Barreda, Monzón y Cordera también, matan por amor.