Viaje al Parador de la Montaña

Qué locura genera reordenar y ordenar las cosas que emanan de algún lugar donde rebalsa de papeles. Te encontras con cada recuerdo que te sorprende. Un cuaderno de anotaciones donde dejaba registrado algunos de los movimientos de las vacaciones en el Parador de la Montaña, en Córdoba. Con los primeros dibujitos de la chula. Los primeros solcitos dibujados. Y algunas anotaciones, como por ejemplo del mail de la Cutu, una guía del parador que iba a buscar a la chula y la llevaba a ordeñar unas vacas.
El viaje había arrancado tempranísimo. 4 y 30 ya estaba arriba. Yo que me había prometido dormir bien. No sé por qué pero me ocurre que cuando estoy por realizar un viaje no puedo dormir. 5.45 ya estábamos saliendo. Apenas asomaba el sol. Nos esperaba un largo viaje. No pasamos a cargar gas para no despertar a la criatura que durmió gran parte del viaje.
Ruta a Navarro, todo en mal estado. Mucho poso. Íbamos despacio igualmente. Mucho tráfico. Parecía mentira a esa hora de la mañana. Seguimos un tramo más y manejó ye. Quise dormir y no pude. En un momento dado, estaba mirando el GPS. Se había equivocado el camino. Nos metimos por unas callejuelas bajo la autopista. Allí preguntamos y nos indicaban caminos de salida a un barrio donde las calles no tenían continuación. Desesperación. El GPS te mandaba a cualquier lado. Un tipo que nos indicó mal. O nosotros entendimos mal. Fuimos a parar a la loma del tujes. En la desesperación, cambiamos el volante. Tomé el timón del auto y me autoconvencí en que no puede ser tan difícil salir. Preguntamos a otro tipo que nos indicó perfectamente cómo salir.
Volvimos a la ruta. Otra vez en viaje. Pasamos horas y no veíamos ninguna elevación de la tierra parecida a una sierra. Yo invocaba películas idiotas que veía en mi adolescencia como Tonto y Retonto, con la cual me sentí plenamente identificado. La parte en que Harry le dice a Loyd que pensaba que las Rocallosas eran mucho más rocosas. Y el otro le había errado unos cuantos kilómetros de camino. Había estado viajando casi 6 horas en la dirección equivocada por hacerle un chiste a su amigo mientras dormía. Le había tapado la nariz.
Bien, cargamos gas a cada rato. En la última estación de gas, en el pueblo de Oncativo, cuando el flaco estaba cargando gas me saca la manguera de carga. Con Ye estábamos alejados y la chula a la sombra bajo unas incipientes construcciones de una estación de gas que hacía 6 meses que existía, en medio de la nada.
Cuando le voy a pagar al chabón, se escucha una explosión de agua que sale de la parte delantera del mi vehículo. El tipo atinó a salir corriendo. Yo me alejaba pensando que explotaba mi vida. Hacía poco había explotado u auto en una estación de gas y eso me tenía con la cola entre las gambas.
La cuestión es que cuando les voy a pagar a los chabones, les pregunto: -¿Qué pasó?
-No. Es la manguera.-Me dice el flaco, como si fuera a decirme que siga viajando. Con esa naturalidad.
-Sí. Pero ahora no puedo viajar así.-Le digo temblando y mirando a mi mujer y a mi hijita.
-Y…no.-me dice el tipo, y agrega para enfriar una fiera hambrienta: -Encima hoy sábado, 2 de la tarde, no podemos llamar a nadie. Vas a tener que esperar hasta las cuatro de la tarde hasta que abran los negocios. Para comprar una manguera de repuesto. Yo te la cambio, si querés , pero necesito la manguera.
-Me quiero matar-le digo.
-Agradece que te pasó acá y no en la ruta-me dice el tipo más frío que yo y con una razón típica de quien no está sufriendo la desgracia en ese momento.
Al rato, le cuento a Ye que vamos a tener que esperar hasta las 16 horas. Dos horas de calor intenso. En Oncativo, Córdoba. Yo recordaba la frase de un amigo de mi hermano que vivía en General Moldes. Decía que era un pueblo de primera, porque si ponías segunda se te terminaba. Oncativo era igual.
Bue, nos sentamos a comer. Íbamos a meternos en el pueblo a comer algo. Comimos en la GNC de Lost, le decía yo, porque no había un alma alrededor. Faltaba el humo negro y Jack nomás.
Continuará…

jua jua!




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