Las guerras
Durante el siglo 20 se han desarrollado una serie de guerras
que fue viviendo la humanidad, a raíz de las cuales se dice que fue un período
sangriento. Algunos autores afirman que las revoluciones sociales formaron
parte de ellas. Sin embargo, hay dos grandes guerras que desataron el furor del
poder capitalista abocado a la construcción de armamentos entre las empresas
que a ello se dedicaban y los gobiernos, que a ello se dedicaron, gobernados
por el inmenso poderío económico forjado por esas empresas y otras
multinacionales que hacían hamburguesas y gaseosas.
Los años postreros a esas guerras dejaron infinidad de
muertos, mutilados, desertores, emigrados, inmigrados, finales de sueños, de
proyectos, de tradiciones, y engendraron un nuevo mundo sintéticamente como el
que vivimos en nuestros días. Cualquier foráneo a nuestro mundo pensará que
aprendimos de los errores y de los horrores que dejó la infinidad de matanzas y
el saldo infinito de esas guerras económico-políticas. La respuesta es más que
obvia y sorprendente. Hasta los perros ven el fuego y le huyen. El hombre es el
único animal que tropieza con la misma piedra, dicen por ahí.
Luego de la finitud del siglo corto número xx, en palabras
del propio historiador Eric Hobsbawn, iniciamos un nuevo milenio. El mismo que
vivimos hoy en día y del que los de afuera miran con estupefacción al ver que
continuamos con las mismas tesituras, pero distintos motivos para bombardear.
Quien quiera hacer una seguidilla de los motivos por los
cuales se conecta un botón que con sólo oprimirlo pueda hacer desaparecer un
país, basta con ver revisar el historial de la producción de la industria
cultural hollywoodense para saber cuál era el enemigo de moda, según las
necesidades de la Casa Blanca y del presidente de turno, sea republicano o
demócrata, que disimula mejor el enano fascista que llevan ínsito.
En una época, y como ejemplo, la guerra fría traducida en la
pelea de box entre un Rocky embanderado entre estrellas y franjas rojiblancas,
y por el otro, Iván Drago, el ruso con cara de nefasto, malo, molesto y comunista,
bajo la bandera soviética.
Hoy la guerra se centra en el petróleo. Mañana en el agua. Mañana
ya es hoy. Con la inmensa cantidad de capitales extranjeros instalados en la
Patagonia y el engendro de conflictos entre países limítrofes, tras la
implementación de políticas económicas latinoamericanas regionalizadas. Sin embargo,
hay un descreimiento muy grande de todo lo que provenga de la industria
cultural yanqui, después de todo lo que ha engañado en torno al sometimiento
mental que generó, producto de la prioridad de consumo que le daban los
gobiernos que querían instaurar un régimen cultural neoliberal con la compra de
un cine que devele los modelos a imitar de una sociedad imbuida en las
contradicciones del capital.
En definitiva, y tras varios años de engaño cultural, hay
una afluencia crítica que indica que hay una consciencia muy grande en torno a
quienes detentan las guerras y no tienen empacho en apretar un botón y quitarle
los brazos a una madre que está abrazando sus hijos, como síntoma de protección
ante la barbarie humana.
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