Muerte socrática (última entrega)
La Colección de Arengas en el Foro de su hermano Manuel
describe que “…el Dr. Moreno vio venir su muerte con la serenidad de Sócrates…”
Estas expresiones hacen pensar sobre una muerte prevista y planeada, además de
las posteriores declaraciones que el mismo Manuel hace en 1812 en Vida y
Memorias de Mariano Moreno, sobre un supuesto envenenamiento.
No era necesaria tanta agua para apagar tanto fuego. Con un
vaso de agua que contenía una dosis excesiva de emético (4 grs de antimonio por
el capitán del buque inglés) bastó para que el héroe de la Revolución de Mayo
se recostase en el piso y aguardase a su muerte a los tres días de la digestión
del veneno.
En ese convulsivo y agonizante lapso, pidió perdón a sus
amigos y enemigos por todas sus faltas. Y finalmente, murió el 4 de marzo de
1811, en Alta Mar. Iba hacia Inglaterra en misión diplomática disfrazada de
exilio. Es lo que comenta Eduardo Luis Duhalde y el profesor Alén, de la
cátedra de derecho a la información, en un homenaje al compromiso. Aseguran las
crónicas que cuando murió, lo envolvieron en una bandera británica.
Posteriormente a este desagradable acto para quienes se jactaban de ser tan
patriotas, lo arrojaron al océano. A las cinco de la tarde. Cuando caía el sol.
Cuando se apagaba el día. Cuando era tan difícil apagar tanto fuego con el
agua.
Nueve meses más tarde, su mujer María Guadalupe Cuenca se
entera de que es en vano el esfuerzo de que le siga enviando cartas a un
muerto. paradójicamente, las cartas que envió, nunca fueron leídas por las
pupilas de Moreno. Nunca llegaron a su correcto destino.
Nueve meses antes de su muerte, se había gestado la
Revolución de Mayo, con la que tanto sudó y colaboró en pos de tener la primera
identidad como patria. El quería más que eso. Los cipayos del poder no. Quienes
festejaron con pompas y regalos de camaradería los triunfos de un Moreno
agotado que estaba en contra de la repartija de esos privilegios tan augurados
por Cornelio Saavedra.
Borges escribió tantas cosas. Una de ellas se hizo canción.
La Milonga del Muerto. El Cuarteto Zupay, que le canta a la Memoria del Pueblo,
reversiona este tema en una versión imperdible que cae como anillo al dedo para
Mariano Moreno y otros tantos como él cuyos ideales y sueños les valió la vida.
Termina con un recitado: “…su muerte fue una secreta victoria. Nadie se asombre
de que me de envidia y pena, el destino de aquél hombre…”
Comentarios