Moreno en los apuntes de la secundaria: La disciplina de Billiken
La bibliografía escolar sobre un mero secretario de una
Junta es escasa. Salvo algunas excepciones, en las que la mayoría de las
entidades educativas forman una idea muy lejana de la realidad, como es su
costumbre. O peor, evitan sus ideas revolucionarias que hicieron tambalear un statu quo reinante.
Por ejemplo: las ideas acerca de la doctrina de la
revolución son variadas. Muchos autores hablan de eso. Destaquemos tres: Felipe
Arana, Juan Bustinza y Hugo Wast. Afirman que la Revolución de Mayo se nutre de
doctrinas liberales francesas. Como las de Rousseau y su Contrato Social. José Luis Romero apodó este hecho histórico
como “convulsión social”. Por otro lado, se recuerda la censura que imperaba en
la época. Se puede leer en las mismísimas palabras del mismo Moreno: “…raros
tiempos de felicidad éstos, en los que se puede pensar lo que se quiere y decir
lo que sse piensa…”. Estas palabras se publicaban en su creación periodística: La
Gazeta. Como prueba empírica, se puede mencionar los 200 ejemplares del
Contrato Social, traducidos al español por Moreno, que fueron quemados
públicamente. Este hecho fue posterior a la revolución.
La censura que imperaba en un Virreinato que fomentaba la
ignorancia de las masas, sumado a la escasa circulación de obras “herejes” para
este sistema opresor, fue insuficiente para la tan mentada “convulsión social”.
La duda que aqueja no es la de la tesis de Romero igualmente. Sino la de Hugo
Wast, apodo con que se autobautizó Gustavo Martínez Zuviría. Este personaje
sostenía que Moreno era un agente británico, paranoico, empachado de teorías
europeas. Esto fue dicho en 1960, en el libro Año X, un libro filofascista que
deja mucho que desear a la historia del análisis histórico y queda como los
dioses con el reduccionismo.
Un poquito más sutil, con un tanto menos de arrogancia y un
tanto más de respetuosa inteligencia, lo enseña Felipe Arana en un análisis
groussaquiano. Afirma que “desconocía totalmente las ideas económicas que en
esos momentos estaban en vigencia”. Como fiosiócrata quesnaysiano decía que
“introducir mercaderías inglesas no era un mal negocio como se decía sino que
era un bien pues los criollos podrían imitar la buena producción británica…”. Podría
haber escrito para Clarín tranquilamente este Arana. Una solución europea para
los problemas argentinos en el afán de imitar modelos foráneos. Nunca un
cerebro con sangre nativa para construir un paraíso latinoamericano. Nunca una
identidad. Nunca un pensamiento original y libre. Lo más triste es que así se
lo transmitieron a los pibes en las aulas. Con silencios. Con ocultamientos de
quienes murieron por un mundo menos peor. Con mentiras, con intereses que no
revelaban. Con Billiken “disciplinando” la pendejada. Feliz día de la
democracia.
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