SOBRE LA MUERTE DE FIDEL
Últimamente
escucho muchos rumores sobre la muerte de Fidel Castro Ruz, ex presidente de
Cuba. Sin embargo, desde el diario oficialista de la isla “El Granma”, él
publica notas con fotos actuales desmintiendo permanentemente su muerte. Parece
que quienes inventan estos rumores lo hacen como una expresión de deseo de
cacería al “Tiburón”, como le dicen en la isla.
Hace no mucho estuvo en Argentina ante una
multitud que se presentó a escucharlo en la Facultad de derecho de la
Universidad de Buenos Aires. Ante tanta gente que asistió y que no podía
acceder a escucharlo (ya que en principio, iba a hablar en el aula magna de la
facultad), él mismo decidió dar el discurso de cinco horas afuera, en la calle,
donde estaba la gente, el pueblo que había ido a ver qué decía semejante pedazo
de historia parado en las escalinatas de la facultad que no necesariamente refleja su
pensamiento, sino que inculca todo lo contrario. Pero no tanto.
Dijo que no
era necesaria una revolución armada, ya que el contexto actual mundial no es el
adecuado para que ello suceda. Sin perjuicio de ello, la revolución subsistía
en la conciencia del pueblo que las altas esferas de poder económico se empeñan
en confundir con mensajes solapados que sólo una mentalidad culta es capaz de
discernir. Esto hace que el pueblo esté atomizado en la búsqueda del
placer personal, que engendra individualismo,
relaciones mecánicas entre los hombres que no les queda otra que subsumirse en
un mercado laboral voraz para poder buscar un sustento. y ello cuando hay
trabajo. Porque también está el flagelo del desempleo que es un factor
sumatorio de la crisis en actual.
Las
conductas miserables que se ven la clase política. Ventas de ideología por
votos. Sed de poder a punto tal de poner en peligro la propia casta. Atentados
que se llevan a los niños del poder y consecuente reelección.
Aseguraba
Fidel que había que continuar la obra del Che, en pos del hombre. Por distintos
medios. El era médico. Yo soy abogado, decía Castro. Sé que tenemos una deuda
con la libertad en pos de la igualdad, pero ustedes no se imaginan lo que es
convivir con un bloqueo del gigante del norte. Necesitamos tener un control
estricto de las entradas y salidas de personas. Pero no hay que contraponerlas.
La libertad como límite de la igualdad y la igualdad como límite de la
libertad.
Es difícil
cuando no imposible y utópico el equilibrio entre contrapuestos. Pero decían quienes
dieron nacimiento a la edad moderna “seamos realistas y pidamos lo imposible”.
Tanto la
libertad como la igualdad son principios que dan forma a nuestra Constitución
Nacional. Queda en manos de los gobernantes de turno darles una prioridad
cuando no un tan ansiado equilibrio. Parece ser que es una linda frase formal
que adorna la Constitución, ya que la brecha nunca se achica en realidad y
cuando hay políticas tendientes a ello, se topan con las grandes corporaciones
tratando de hacerle acordar al gobierno mediante cacerolazos de marca Essen que
ellos están primeros, que desigualdad hubo siempre, que la libertad está
buenísima hasta cuando golpeamos las puertas de los cuarteles para decirles que
nos rescaten del libertinaje.
En un
momento dado del discurso, se emocionó mencionándolo al Che y a la estrella que
debe ser nuestra guía como argentinos con sensibilidad social por que no se
desvanezca el hombre en un papel de cualquier color en pos del intercambio de
suntuosidades. Hablo del Che como un hombre con “huevos”, como dicen los
argentinos, un pueblo tan futbolero. Esto último lo dijo ante los gritos de
“ole, ole, ole ,ole , Fidel, Fidel”. El Che era terco, como el argentino.
Porque cuando se le pone en la cabeza algo no para hasta conseguirlo. Tal es
así que su frase de cabecera era Patria o Muerte. Fidel termina el discurso con
una frase del Che: “hasta la victoria, siempre”.
Me tomé el
124 que me llevó al departamento. En el camino pensaba. Vislumbré un clima de
cambio. Recién asumía Néstor Kirchner. Al mismo discurso fue invitado Hugo
Chávez. La revista de Adolfo Castelo, TXT, tituló: “estamos re setentas”. Hoy
leí una frase del célebre escritor portugués José Saramago que rezaba ( les
puedo asegurar que rezaba): “…la esperanza es como la sal, no alimenta pero da
sabor al pan…” Amen.
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