LA CLARIDAD DEL VOTO
De una
novela de Saramago, extraigo lo importante de la significancia del voto en
blanco en una sociedad que se autodenomina democrática. Con todo lo que el
término significa y su escaso reflejo en la realidad. Democracia. Si. ¿Se
acuerdan? Un régimen. Algunos lo llaman sistema para peor, o llevados por el
funcionalismo sistémico que se enorgullece de mencionar con prisa a los
fenómenos sociales, cuando la prisa no es buena consejera en la búsqueda de la
verdad, nunca absoluta y siempre imperfecta. Jamás objetiva.
Volvemos. La
democracia. Sistema, o régimen, o estructura determinada por otra, la
económica, dirían los marxistas (perdón por la mala palabra).
Ahora, lo
que nos preguntamos con Saramago es por qué no funcionan cuando no funcionan
funcionalista-sistémicamente hablando. Y más aún en sociedades que ostentan
visiblemente otra cultura que fue arrasada y sustituida por esta democracia,
porque se le cantó al gigante del norte. Las verbigracias son mayúsculas.
Bagdad, por ejemplo. O cualquier pueblo de Oriente Medio. O funcionan en forma
defectuosa. Que implica un régimen después de todo. Algún sabio responderá
participación popular en la vida política del país. Esto implica instrucción,
formación, cultura, trabajo, estar al tanto de lo que ocurre en la economía
nacional. Ya sé. Algunos ingenuos responderán: pero si es el gobierno del
pueblo. Es una linda respuesta de secundaria. Silvio Rodríguez escribió un tema
que se llama “Ojalá”.
Democracia
es cualquier cosa menos el gobierno de un pueblo. Gobierno. ¿Qué es
gobierno?¿Es lo mismo que estado? A su vez, estado , ¿es lo mismo que
sociedad?¿ Por qué lo que se refiere a una autoridad hay que escribirlo con
mayúscula cuando en incontables veces se merecen menos que una minúscula?
¿quién está por encima de quién?, ¿el estado o la sociedad? ¿ o el gobierno? ¿
qué papel juega la economía en todo este juego?
En fin, el
voto en blanco. Qué importa las definiciones después de todo. Si después cuando
bajamos a la cruda realidad , las definiciones se desdibujan en emergencias
sociales, en necesidades en carne viva, en muertes por hambre, en familias
desesperadas buscando refugio, en seres humanos que no tienen nada que perder y
salen a afanar pasados de merca, y matan, y se matan . y todo esto está
programado para que los engranajes del capitalismo democrático funcione
sistémicamente. Como una enorme maquinaria que no tiene lugar para todos y
todas.
Otra vez. El
voto en blanco. Definirlo es en vano. Pero una aproximación a la significación
de un alerta de que algo está sucediendo como no se esperaba para los ilusos y
como sí se esperaba para los especuladores que cuidan su culo. La blancura del
voto es el descrédito de la democracia. Es la utilización de la democracia para
decirle que no sirve. Una suerte de
utilización técnica que emana de sus propias entrañas para decirle que estamos
como estamos culpa de ella y que no se haga más ilusiones con eso del gobierno
del pueblo. Si quieren gobierno del pueblo , que gobierne el pueblo en serio.
Mediante esta expresión de deseo sobre la cual se asiente la autogestión como
pueblo. Si, con el caos que eso genera. Que a lo mejor es menor que el caos que
reina en las villas miseria. Lo blanco del voto configura un vacío, un silencio
cambiado por los discursos pluralistas que locutan lo que nunca van a hacer. Es
el hastío acerca del discurso. La desilusión. También es un arma poderosa en
manos de un pueblo que no tiene conciencia de la lucidez de su utilización
desestabilizadora de una estructura en la que ya no cree, porque no anda,
porque esta agotada, porque pide un cambio como el jugador de fútbol lesionado
en un partido a punto de estallar. Es una amenaza. Para los que están en el
poder. Que miran con recelo eso que no mejoraron hasta ahora. Lucidez, dijo
Saramago. Lucidez. Una lucidez social que resulta harto peligrosa para una
economía que se alimenta de la ignorancia popular. ¿Será por ello que los
libros están tan caros?
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