SAN MARTIN, LA ESPADA Y LA BALANZA
Hagan la
Corte, dijo Carlos Saúl I y la Corte se hizo (mierda). La construcción de un
poder absoluto sin justicia ni control, según el perro Verbitsky que editó
justamente acerca de este tema en editorial Planeta.
El criterio
del gobierno nacional sobre los organismos de control en una traducción muy
simple: quien molesta lo sacamos de su cargo.
La justicia
penal como última ratio. Cuando le toca intervenir para investigar un delito es
porque antes fallaron los mecanismos de control de gestión que deberían haberlo
impedido. La concentración de un enorme poder superior al de los jueces aunque
carezcan de facultades para privar a alguien de su libertad.
La falta de
rectitud en los controles, menos aún sociales; las víctimas reclutadas donde
siempre: en la subordinación padeciente que nunca se pudo erradicar. El conjunto
de normas penales recayentes cual martillo azotador de las clases más
vulnerables.
La contracara
de la vertiginosa concentración de poder y la riqueza de los noventa cual
emporio del empobrecimiento generalizado. Una aguda sensación del desempleo y
la inseguridad del empleo que se traduce en leyes flexibles en contra del que
suda el lomo. Abusivos contratos de trabajo con laburo a destajo. Viejas Locas
lo cantaba en Homero.
Los medios
masivos de comunicación diciendo que llovía cuando nos meaban como bien decía
el indio. Transmitían en vivo la muerte misma de la petición de leyes más duras
contra los delincuentes que atentaban contra las instituciones propiedad
privada y contra la vida. Nada decían de quienes atentaban contra la propiedad
pública y contra la vida, indirectamente. El hambre también atenta contra la
vida y está políticamente programado.
El ilusionismo
penal de pensar que es la solución a los conflictos sociales aún sigue vigente.
Las campañas de la ley y el orden y la propuesta de nuevas leyes creando nuevos tipos delictivos y aumentando
las penas de forma indiscriminada le ponen un sesgo de solución urgente de la
noche a la mañana a las peticiones medievales de pena de muerte a los delincuentes.
Las clases
dominantes ofrecen paradigmas de comportamiento anestesiantes de la angustia desplazada
de su verdadera motivación.
A todo esto
, el gestor Carlos Saúl I declaraba en su época: “…la democracia es una actitud
ética ante la vida…”
Entretanto,
la aspiración de justicia siempre perfecta e inalcanzable es una de las utopías
más fuertes de la humanidad. Seamos realistas, hagamos lo imposible.
Por eso, la
Corte de ese entonces, por una decisión consciente y deliberada, extinguió la
elemental diferencia entre la fuerza de la ley y la ley de la fuerza.
La espada y
la balanza son símbolos de la justicia. La espada del Libertador San Martín ajustició
junto a Bolívar. San Martín fallecía un día como el de hoy. Esta transición de
la espada de la justicia anterior por la de hoy, con todo lo que significó ese
cambio es el mejor homenaje a la espada del Libertador.
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