SAN AGUSTIN Y EL PERRO
Bueno, muchas de las cosas que decía el perro que hoy
recomendé se dieron en la realidad. Por ejemplo: que nadie puede decir que la
Corte Suprema de Justicia, durante el menemato, siguió los designios del
Ejecutivo. Muchas veces los interpretó por adelantado.
Los jueces siempre tienen ideología. Radicales, liberales,
conservadores que, llegado el caso , se ponen al servicio de gobiernos
militares que reprimen al pueblo y al peronismo. Esto lo escribe el Perro. Así
le dicen. Debe ser porque cada letra es un mordisco en la nalga de quienes se
creen intocables.
La justicia obstaculiza la justicia en al medida en que este
autobstáculo se traduce en intereses espurios que ostentan negociados privados.
En cuestión de no conveniencia, pone argumentos procesales que imposibilitarían
una resolución “justa” de fondo. La forma como obstáculo del fondo. Como su
límite antagónico oficiando como alcohol que quiere apagar un incendio.
La connivencia como disimulo o tolerancia en el superior
acerca de las transgresiones groseras que cometen los súbditos. Si los poderes
políticos, continúa el Perro que muerde y ladra poco, censuraran o controlaran
a la prensa, debido a su natural vocación por extralimitarse, el Poder Judicial
garantizaría a los derechos de los habitantes contra esos excesos.
Los propios órganos instituídos para garantizar esos
derechos son los mismos que los atropellan.
Hace poco, unos días atrás, el 28 de agosto para ser más
precisos, fue San Agustín. El canonizado dijo un día: “…el misterio de la fe,
como el mar, no cabe en los cubos de la lógica humana…” feliz día a todos los
agustines, incluso al Perro, que de tanto morder lo quieren sacrificar.
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