FELIZ DIA ATRASADO MUJERES Y GRACIAS
Su madre le
preguntó cómo estaba. Para eso lo esperó. El le dijo que cansado del día de
hoy, pero que estaba bien. Le mintió para que no se haga la cabeza con que
todas las relaciones son iguales. Y que el amor es ese juego en el que un par
de ciegos juegan a hacerse daño. Otra vez mal, él le dijo a su madre que estaba
bien. Su relación no va ni para atrás. Tiene una daga en el pecho. Cada vez le
hace más mierda. Pero insiste en una relación tanto como en hacerle una sonrisa
forzada a la cara de su vieja que lo esperó con la comida.
Más aún
tienen planes de ir a vivir juntos. Por momentos, va todo viento en popa pero
después se pudre todo y se va todo por la borda. Y a su vieja le miente porque
no la quiere preocupar más de lo que la tiene preocupada. A su viejo no lo vio
más desde que tenía tres años. Por lo tanto , no tiene nada que disimularle.
Igual quisiera disimularle algo, aunque sea para que esté ahí y fundirse en un
abrazo incomprensible. De la nada.
Aunque quizá sea mejor hablarlo. Con su madre,
digo. El tema es que no quiere aburrir ni que le tome bronca a ella. No es una
mina jodida, pero tiene cada salida, cada arranque y cada momento de
indiferencia y desidia, que a veces a él le da ganas de sacudirla y
despertarla; y a veces ella va y lo sacude a él
y le molesta y la manda a la mierda. Pero se arrepiente porque en el
fondo es una buena mina.
Las cosas
que necesita que haga no las hace y hace cosas menos trascendentales que quizá
nadie espera. Es una mina que a los ojos racionales resulta rara. Por eso
desconcierta. Es preciosa y sensual. El queda hipnotizado cuando la mira a los
ojos. Se pierde. Como cuando la luna hipnotiza a quien está a punto de chocar
con su auto en medio de la autopista.
Sincera y
honesta por lo que demuestra. Excelente en lo que se propone. De sensibilidad indemostrable para no ser
vulnerable.
El tiene
sentimientos encontrados para con ella, lo cual lo desconcierta, lo angustia y
por momentos duda de su amor hacia ella. Y del amor de ella hacia él. A veces
siente que lo odia. Eso lo lastima más duro que la mejor trompada pegada sobre
la quijada de la historia.
Desesperación ante la falta de comunicación,
que se canaliza en atención a las nuevas tecnologías.
El tiempo se
transforma en el verdugo de la relación. Y el maltrato asoma tras una idea con
forma de puño que termina en la cara de ella que conoce lo que es un ojo morado
y la violencia de género sin saber que se llama así. Se miran sin poder
creerlo. El llora. Ella se va.
El pecado
sale a relucir su nombre. Dios cuando ve al hombre que tiene esta acción
deleznable y grita sin que nadie lo oiga: “Dios mío, ¿qué he hecho?”,
refiriéndose a la hermosa creatura que inventó a su imagen y semejanza.
Todo terminó o todo empezó. La decisión la
tiene ella. Ella se pone a pensar que
siempre se puede terminar algo, transformar una situación que nos duele, para
empezar. Terminar para empezar. Finalizar y empezar a la vez. Pensó en su superación personal. Pensó en
ella por primera vez. Y descubrió lo linda que era la vida, aun ante las
críticas que provenían de la moral y las buenas costumbres.
Hace un mes fue el día internacional de la mujer y no les escribi nada. nunca es tarde cuando la dicha es buena. Les agradezco desde mi masculinidad a todas aquellas que nos enseñan algo nuevo cada día y que tener huevos no significa ser hombre necesariamente. Nos sobran los ejemplos femeninos y los agradecimientos por darnos la vida. Gracias mujeres.
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