Los intermediarios

Juan es un intermediario. Su vida es todo un tema. Quiere dejar todo para después. Aunque los asuntos lo acosan a diario. No tiene descanso. Tiene mucho por decir. Y lo dice, sin pensar lo que dice. Total no hay que pensar en este sistema, hay que actuar sin pensar. Hay que aparentar, complotar, hundir y ganar a costa de los demás. Hay que intermediar. Está buenísimo. A juan le enseñaron de chico a que cada cual atienda su juego en el Don Pirulero. Ahora es lo mismo, pero de grandes.
Traje y corbata para aparentar limpieza de juego. Aparentar preocupación por los asuntos ajenos, como buen porteño de ley (bersuit). Hacer creer que se siente a tono con lo que piensa el representado y es más que lo sentís tanto como él. Pero igual lo representa porque ese es su función.
Las bajadas de miradas al mero enfrentamiento. Tiene mucho que ocultar. El y sus pares. Saben que son garcas y se regocijan de ello. Entre ellos hablan de que salvan a la patria. Que son imprescindibles. Son parte de un engranaje que reproduce representación a un ser irrepresentable. El hombre no se representa, se vive, se siente, se sufre, se muere.
Van pensando cómo cobrar las migajas que le sacan a un bolsillo ínfimo que apenas llega a cobrar. La histórica mano del obrero queda lejos de su producto porque el representante se llevo  todo a su sucucho. Sea donde sea.

El conflicto es el determinante de las relaciones. Si no hay conflicto se lo fabrica, se lo construye. Ni pensar en la fraternidad humana. El conflicto hace surgir intermediarios de debajo de la tierra. Donde nadie los llama, ellos van. Van al contrario de la sirena. Cuando esta suena, se tiende aparecer. La sirena de estos es que nadie los llame. Ellos aparecen solos. En cada accidente de tránsito, en cada hospital, en cada década. Históricamente se los llamaba sofistas. Conocidos por su forma de argumentar. Le mienten a la gente. Manipulan las reglas con una sonrisa de muchos dientes hiperblancos y tostados por la cama solar, siempre a la moda.
Muy lindos físicamente por la fortuna en estética que gastan. Sin un sexo específico. Los hay de todos los sexos. Masculino, femenino, putos, putas, lesbianas. La condición sexual no es condicionante para el intermediario.
 Lo indirecto es su plato de comida. Lo directo es violencia. Y la violencia, la partera de la historia, es un mecanismo indecente, justificación de los débiles e impotentes, dicen desde un sofá con un té en la mano mirando TN en un plasma que compraron reproduciendo violencia.
Constructores del conflicto, ahí están. Proponiendo soluciones a conflictos que ellos mismos generan. Creyendo imprescindibles. ¿Lo son? Una sociedad que no necesita intermediarios y que se vale por sí misma es una sociedad realmente libre y digna.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Viaje al Parador de la Montaña

Mente en blanco en el cuarto oscuro

El sucio negocio de la mujeres hermosas