LOS IMPRESCINDIBLES

En unos de sus cuadernos de apuntes encontró la frase: “y si la muerte sólo vale la muerte”. Pensaba que la vida tenía un sentido enorme en ese momento en que no sabía si se iba a morir o iba a vivir para contarlo. El creía que estaba muriendo. Y se le ocurrió el momento en el cual había nacido. Y pensó en su vieja. Pensaba que el primer abrazo amigo que me abrigó cuando nací fue el de mi vieja. Y ahí está pobrecita. Si supiera se muere.
Hoy la quería tener al lado pero ella ya estaba del otro lado de la vida. Ya había vivido mucho. Ya estaba tomando mates con la luz al final del túnel. Y se dijo.: la muerte no puede sólo valer la muerte. Y se dio cuenta que el legado que había dejado en vida lo iba a ayudar a no desaparecer nunca de la vida de los demás. Y se quedó tranquilo. Contento para siempre.
 Cerró los ojos y ya estaba listo. Para irse para siempre. Ese día se despidió de todos y  se puso al tanto de la vida de todos. Para repetir la historia. Vio todo negro. Ya había cerrado los ojos. Se dormía lentamente como suspendido en un tul que lo llevaba volando por los aires. Mal no le hacía porque siempre estuvo aferrado a la tierra.
Sin embargo, tuvo la suerte de volver a abrir los ojos en un eterno letargo para ver que todos seguían donde estaban. Iban de a poco para no molestarlo. Le daba un poco de vergüenza que lo vean así, pero ya estaba jugado y se dedicó a disfrutar de cada segundo a su alrededor. Pero no podía porque le dolía todo. Pero estaba otra vez. Mejor lo dejo para la próxima. Tengo mucho que perder. Pensó. Todos lloraban menos él, que no sabían que todos lloraban a escondidas de él. Seres imprescindibles que dan su salud por mejorar un cachito la de los demás. Hombres que luchan toda su vida. Hasta la muerte. Esos son imprescindibles, según Silvio Rodríguez, y creo que tiene razón.

Comentarios

Anónimo dijo…
eso es lo que sintió el Hombre cuando todos nosotros llorábamos? Creo que si, que debe haber sido algo muy parecido lo que pensó por aquellos días....Ma

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