Los arboles
Ahí está. Queriendo dejar un rastro del pasaje por su vida. Contando lo que nadie habla. Lo que nadie ve. O lo ve y se hace el zota o sota. No me acuerdo con qué inicial. Pero así lo dice un amigo. Un tipo despreocupado pero inundado de preocupaciones. Su preocupación es pasarla bien en una vida que quizá mañana termina. Pero no es la intención mencionar a su amigo. Sino de hablar de él y de las cosas que surgen de escuchar a los árboles cantar. De ello surge mucho para escribir. Como si te dictasen a cada momento lo que tenés que decir. Acá pasé a primera persona del singular porque me pasa todo lo que le pasa. Esos sabios árboles que lo ven todo desde allá arriba cuyas raíces de experiencia lo aferran a la tierra como cable a tierra de nosotros mismos. “Chupate un matecito que el hambre se va”, Arbolito canta desde la reivindicación de los vulnerables del sistema. El hambre, la pobreza, la miseria, la bronca impotente de la injusta desigualdad. Son un paisaje que nadie ve, ni na