LA PRIMICIA PRIMERIZA
Y si. Necesito decirlo. Acá estoy sentadito en la compu, helado, como me dejó esta noticia. Estupefacto. Inmóvil, como el día en que me caminaban las hormigas por todo el cuerpo y yo enchastrado de dulce de leche. Era chiquito. Ahora me vuelvo a sentir así ante semejante grito de ella. La mujer, sin papeles, que convive conmigo. Pero a quién le importa ahora. Si al fin y al cabo son sólo eso y se inventaron para separarnos. Pero eso ahora no calienta. Lo que es relevante es cuando esbozó ese grito en el aire que llegó a mis oídos como los vientos estridentes de Otra Vez Vos . No tuvimos que esperar nada. Simplemente, los compuestos químicos avanzaron como caballos arrastrando un sulky vacío. Asi de rápido. Tan rápido como el temblor de mi mujer, al ver como avanzaba ese proceso que le produjo un temblor que terminó en ese grito. Se volvió a mí. Yo estaba en la cama. Recién despegaba las lagañas de la siesta. No entendía nada. O si, entendía pero el cerebro tarda en fijar el foco sobre