EL DISCONFORME
“Cuatro alfajores, 2 pesos”, pasa y aturde un vendedor ambulante en el tren que recién sale de Moreno a Buenos Aires. Gente cansada, ojerosa, que duerme poco. Un poco de mugre. Un barbudo enfrente con una tristeza de psicólogo freudiano en la cara. Un panorama de resignación. Algunos duermen para olvidar. Algunos leen para pasar más rápido el viaje. Algunos observan a otros. Algunos escriben. Acabo de leer uno de los capítulos del libro de John Reed, Diez días que conmovieron al mundo. Me pregunto por qué ese pueblo ruso tuvo tantos huevos y tanta dignidad para ponerle fin a la miseria, poniendo en riesgo sus valiosas vidas, hasta perderlas. Tan valiosas como cualquier vida de cualquier ser humano. Acá todo es resignación. Está bien: son distintas épocas. Pero no hay fuerza ni siquiera para reclamar lo injusto. Todos comidos por los espejitos de colores de una empresa de celular, ensimismados en sí mismos. Un sistema perverso que hace que te canses de reclamar, que te pierdas entre los