57 veces 666

El 57, más que un número cualquiera representa un colectivo de gente que reúne un conjunto de actividades con las que tiene que cumplir, sin ganas de ir y con ganas de volver antes de subir para ir. Un día de sol en esta especie de pseudovehículo se puede transformar al toque en un día nublado , de tormenta y con piedras del tamaño de la insolencia de ese chofer que se está ganando la vida, cuando no la muerte, al momento en que denuncia que no puede salir el coche porque tiene las gomas lisas. Expulsión. Estás nominado, diría Rial. Si no te gusta la forma (de mierda) que tenemos para laburar,ahí tenés la puerta. Tenemos un gran ejército de reserva industrial que no tienen qué darle de comer a sus hijos. Así que , o te callás y laburás o no laburás más. Qué lindo versito.
Un viaje a Buenos Aires tarda tres horas. 100 km=3 horas. Mucha gente de diversa clase toma este vehículo. Gente de traje, gente estudiante, policías, carteros, veterinarios , médicos, gente de mierda, gente de traje, gente común, gente de mierda, gente de traje.
No voy en tren , voy en avión. No se sabe si llega . Aveces se rompe y tarda más. Quién será el dueño de semejante cosa. No sé pero las puteadas de los pasajeros se dirigen al cielo, como si el señor pudiera hacer algo. Ojos del cielo es el slogan. Pero eso debe ser que putean al cielo. El dueño es una especie de Gran Hermano donde está la cámara (los ojos del cielo) y donde el pasajero se puede descargar gratuitamente la bronca. O quizá el dueño sea la mano invisible del mercado de Adam Smith a la cual no se ve y entonces se la putea. Es como una mano que te pega y cuando se da vuelta nunca la ves porque se esconde. O quizá sea un homenaje a la canción de Víctor Heredia : “ojos de cielo, ojos de cielo, no me abandones en pleno vuelo”. Si no es así le pasa cagando.
La cuestión es que toda la gente que sube al vuelo de estos ojos del cielo, se pega un viaje tremendo. Ulises en la Odisea es un poroto al lado de lo que vive el pasajero 57. Incluso, hay un sitio en el facebook que se llama “Odio al 57” y varios suscriptos.  Quizá las acciones donde cotizan traducen una realidad numérica en la cual se esté guardando la calidad del viaje para cuando la persona viaje para siempre al cielo, o al infierno, para dejar la vida terrenal al libre juego entre la oferta y la demanda.
Un verdadero bondi, diría un amigo. Pero en fin, el cansancio, el hambre, el sueño, las ganas de llegar al destino que sea, quitan todo atisbo de lucha por el respeto de los derechos del pasajero que, mientras no haya una ley que los regule , la autonomía de la voluntad que tiene la parte más fuerte en los contratos basados en el artículo 1197 del Código Civil, en permanente tensión con los derechos constitucionales, siempre decidirá prioritariamente sobre el derecho supremo a transitar libremente en condiciones dignas. Si bien hay un órgano de contralor de empresas de transporte, sigue habiendo problemas respecto de la temática de circular libremente. No queremos ser prejuiciosos.
Me quedo pensando. Espacios internos reducidos. ¿Será para que la gente se quiera un poco más cuando viaja?  Mente en blanco. Voluntad empresaria. Duermo. Sin voluntad propia y con la  ajena. “Detrás está la gente”, canta el Nano Serrat en el mp3.
Carlos Hernán Espinosa, amigo fraternal del eskritor

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