LA PRIMICIA PRIMERIZA
Y si. Necesito decirlo. Acá estoy sentadito en la compu, helado, como me dejó esta noticia. Estupefacto. Inmóvil, como el día en que me caminaban las hormigas por todo el cuerpo y yo enchastrado de dulce de leche. Era chiquito. Ahora me vuelvo a sentir así ante semejante grito de ella. La mujer, sin papeles, que convive conmigo. Pero a quién le importa ahora. Si al fin y al cabo son sólo eso y se inventaron para separarnos. Pero eso ahora no calienta. Lo que es relevante es cuando esbozó ese grito en el aire que llegó a mis oídos como los vientos estridentes de Otra Vez Vos . No tuvimos que esperar nada. Simplemente, los compuestos químicos avanzaron como caballos arrastrando un sulky vacío. Asi de rápido. Tan rápido como el temblor de mi mujer, al ver como avanzaba ese proceso que le produjo un temblor que terminó en ese grito.
Se volvió a mí. Yo estaba en la cama. Recién despegaba las lagañas de la siesta. No entendía nada. O si, entendía pero el cerebro tarda en fijar el foco sobre la realidad. Hasta que mi cara cambió. Del todo. No caíamos. Nos mirábamos. Entiendíamos sin entender, a lo Calamaro que en este momento endulza mis oídos con los tangos de Tinta Roja. Estoy viejo. Me está llegando la emoción del tango. Pero no sólo por eso.
Se fue a bañar. Yo caminaba por el ínfimo espacio que puede haber en un departamento de dos ambientes. Parecía un león enjaulado. Pensé mucho. Más de lo que razonablente pienso las cosas. Pero no podía pensar tampoco. Es absurdo hablar del pensar en este momento. El corazón late más fuerte aún. Más que el pensamiento. “y ahora que estoy frente a ti, parecemos ya ves dos extraños”, canta Calamaro. Y así estabamos. No quería tocarla. Quería cuidarla más que nunca.
Todavía no caigo. Pasa el tiempo y yo me quedé en el segundo del grito. Todavía son las cuatro y media y el reloj marca las siete de la tarde. Pero me quedé en el pasado. Hace dos horas y media atrás. Ansioso. Pero tranquilo de haber hecho catarsis acá. Ganas de contar. Cancelé todo. Cena, ensayo, estudio, lecturas de ficción. Se viene una cena. Y una noticia. Importante. La más importante para un periodista. La primicia primeriza. A la mierda con todo y con los huevos bien puestos para enfrentar lo que venga.
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